Apuesta por las flores campestres y asilvestradas, el chic francés, los tonos rosáceos y el espíritu romántico de los bouquets...
Lavanda o amapolas para las más bucólicas...
La costumbre de utilizar el ramo de novia para la ceremonia religiosa se remonta al antiguo Egipto, y posteriormente fue llevada a Europa por los cruzados.
Las futuras esposas llevaban hierbas aromáticas como tomillo y ajo para protegerse de los malos espíritus que pudieran interferir en la felicidad con los esposos;
tales hierbas se sujetaban con otras hierbas y flores determinadas que llegaban a ser comidas por las novias para obtener poderes afrodisíacos.
Una de las hierbas más usadas para los ramos eran los Azahares, pues significan Pureza.
Los ramos de antaño eran enormes, cubrían casi por completo a la novia.
El hábito de lanzar el ramo de la novia se inició en Francia en el siglo XVI.
Con el tiempo, el ramo quedó establecido como el objeto que se lanzaba en las bodas,
y para evitar aglomeraciones peligrosas sólo se permitió a las solteras la oportunidad de conseguirlo.
En España, el ramo se solía entregar a la hermana o alguna amiga íntima de la novia,
o bien a la Virgen a la que profesaban más devoción los contrayentes.
